El lugar donde se puede escuchar el silencio

Kristel es originario de Arvidsjaur, población ubicada en el centro de la Laponia sueca. Hace algunas décadas se mudó a un pueblo cercano llamado Abborrtrask, según él, mucho más tranquilo y menos estresante que el primero ¿Cabe la palabra estrés en este lugar? Definitivamente no.

Con Kristel estuvimos unas cuantas horas charlando sobre el norte de Suecia y su gente. De carácter apacible, con un sentido del humor poco afectado por el frío y una capacidad para hacerte sentir como en la casa, Kristel está convencido de que la Laponia es uno de los pocos rincones del planeta donde se puede escuchar el silencio.

Y no lo dudo. Después de más de dos horas frente a uno de los 365 lagos que existen alrededor de Arvidsjaur, pude escuchar el sonido del silencio, comparable con el de las estepas mongolas. Ver la quietud del agua puede ser relajante y hasta hipnotizante. A ratos esa tranquilidad es rota por una liviana ráfaga de viento que apenas crea algunos hilos de agua a orillas del lago. O en muchas ocasiones por los torpes, pero sigilosos pasos de un reno.

Minutos después mi cuerpo se rinde al sonido del silencio y se entrega de manera tranquila y segura a una siesta, la mejor y más profunda que recuerde en muchos años.

Laponia salvaje y natural


Ayer el recorrido fue en coche, hoy ha sido en quadbike…

Hemos cruzado el corazón de Svansele, un increíble parque natural lleno de lagos, pinos y animales salvajes de la región en el que es posible pernoctar en típicas cabañas suecas durante todo el invierno. En verano nos regala atardeceres tan espectaculares como este.

Antes de los 30 kilómetros en quadbike, y para tener energía, probamos un mix de los diferentes tipos de carnes de la región: reno y alce, acompañado de pan sueco, patatas y mermelada. Debo confesar que a punto he estado de comerme un reno entero! 😉

Tocando el Círculo Polar Ártico


Lo divertido de un road trip semi organizado es que en cualquier momento por intuición o incluso por equivocación puedes cambiar de rumbo. En el mapa estaba marcada la ruta de hoy: Skelleftea – Haparanda (frontera con Finlandia). Dimos un giro de 180 grados y terminamos en Jokkmokk.

Pitea, la primera parada, sirvió para hacer la compra en un supermercado que se apareció de pronto en nuestro camino. Con mostaza dulce, pepinillos, salami, queso y pan seguimos la ruta hasta Lulea para comer allí. Allí tuvimos la suerte de llegar poco antes de las 12. En una de las plazas principales del pueblo descubrimos un grupo de rock otoñal cantando con un público muy entregamos. Se trata de un Summer lunch Festival, o lo que es lo mismo, un festival de música que realizan los lunes y martes de todo el verano amenizar la comida de habitantes de Lulea.


El camino Lulea – Jokkmokk (carretera número 97) es realmente impresionante. Algunos paisajes me han dejado boquiabierto por una naturaleza tan sencilla, pero a la luz tan especial que se puede apreciar en esta latitud del planeta.

Faltando pocos kilómetros para llegar a Jokkmokk se puede tocar, en sentido figurado, el Círculo Polar Ártico. Se trata de la línea imaginaria a partir de la cual se puede observar un sol eterno cada solsticio de verano. Una de las sensaciones más cercanas a sentirse en los confines de la tierra.  Sobre todo cuando pasamos la línea que nos cayó una tormenta con tintes apocalípticos.

Esto es sólo un breve, pero sustancioso resumen de los 500 kilómetros que hemos recorrido hoy. En total incluyeron: Pitea, Lulea, Boden, Harads, Jokkmokk y Alvsbyn.

Los días son largos aquí y las ganas de seguir descubriendo también, así que después de este post me lanzo en bici a contemplar los rayos de sol de medianoche que aún se puede contemplar en esta época del año. 🙂

¡Bienvenido a Laponia!

Laponia desde el cielo parece brillar con luz propia. Antes de aterrizar ya se avizoraba la intensidad de su naturaleza, ya en tierra pude comprobar que los suecos conviven con ésta de manera más pacífica que en otras latitudes.

Skelleftea. Nadie en el aeropuerto de Girona supo pronunciar con exactitud el nombre de esta ciudad. Al llegar, la primera lección para recordar su pronunciación es decir en inglés la frase: She left you! Humor sueco justo apenas aterrizar 😉

Siempre he dicho que muero por la boca, y los suecos han sabido pillarme el truco. Apenas llegar me esperaba una exquisita crema de queso y zanahoria, salmón, arenques con patatas. Posteriormente durante un paseo en bici por Nordana las frambuesas están por todos lados, nunca antes había probado esta fruta en sí. Mucho más agradable el sabor que ya se han inventado de ésta.

Despedimos la tarde haciendo, como no, el famoso fika. Un break típico sueco que te permite tomar un café y comer algo dulce. Me reencontré con el chocolate ball que descubrí el año pasado en Estocolmo.

Diez momentos inolvidables en Israel

Hace algunos días que en mi cabeza rondaba la idea de escribir el primer post sobre mi reciente viaje a Israel. A pesar de que estando allá quise compartir mi experiencia a través de unos cuanto mini posts, al volver a España sentí la necesidad de dejar en reposo los recuerdos del viaje y añejarlos por unos cuantos días.

Y es que Israel no es un país sencillo de entender a simple vista. Tanta riqueza histórica y cultural abruma desde un primer instante. Por ello creo que es un país que se torna muy, pero muy distinto de acuerdo al cristal desde el que se mire: político, histórico, cultural, religioso, turistico, humano…Un caleidoscopio de sensaciones que se requiere observar con mucha tolerancia y apertura mental. Como prefacio al recorrido realizado por este país presento un resumen de diez momentos inolvidables, de esos momentos que por la espectacularidad del lugar, la anécdota surgida o personajes que van apareciendo en el trayecto hacen tan especial los viajes:

Mi nombre en hebreo

Foto: @joanplanas

El vuelo desde Madrid a Tel Aviv salió a eso de las 22,30h. Joan Planas, uno de mis compañeros de grupo a quien se le da poco hablar y relacionarse con las personas ;-), hizo buenas migas con un israelí llamado Noam, de carácter muy inquieto y social. Después de un largo viaje por Sudamérica parece que Noam seguía con muchas ganas de hacer amigos de habla española. Joan le contó que éramos un grupo de cinco blogueros que íbamos a Israel para recorrer el país y escribir sobre este a través de blogs y redes sociales. Acto seguido Noam nos preguntó el nombre para traducirlo al hebreo y asignarnos a cada uno un icono. A mi me tocó el sol…¿habrá adivinado mi origen caribeño?

Visita a la frontera libano-israeli

Frontera líbano - israelí

«Que el hombre no necesite muros» fue la plegaria que escribió Joan en un papel para introducirlo en el Muro de las Lamentaciones, como indica la tradición. Quizás ese deseo surgió cuando nos tocó visitar Rosh Hanikra, el punto mediterráneo más norte de Israel. Allí los cascos azules de la ONU vigilan ambos lados de la frontera libano-israelí. Desde la última guerra entre ambos países sucedida en 2006 han permanecido cerradas sin vislumbrarse una próxima apertura. A mi personalmente la espectacularidad del paisaje lo opacan las rejas, alambres y cualquier tipo de protección para separar ambas fronteras. Desde pequeño nunca entendí por qué al ver una mapa siempre tenían que existir líneas divisorias imaginarias, ¿Pero es el mismo trozo de tierra? Siempre me preguntaba. Quizás ahora con menos ingenuidad, pero con más convicción me sigo haciendo la misma pregunta.

Me gustaría volver algún día a Israel y recorrer ambos países sin tener que saltar fronteras, sólo así el paisaje recuperará la espectacularidad que objetivamente tiene, pero subjetivamente se difumida tras unas rejas.

Pantalón roto en el Puerto Antiguo de Acre

Puerto Antiguo de Acre

Sin duda el Puerto Antiguo de Acre fue uno de los lugares que más me impresionó de todo el recorrido. Su increíble fortificación de origen otomano te hacen volar a tiempos remotos y su imponente vista al mar te hacen entender por qué Alejandro Magno quiso que fuera parte de su imperio.

La belleza del lugar fue rota por una anécdota tonta, pero difícil de olvidar. Intentabamos buscar la mejor locación para tener una buena toma del lugar y así Pedro pudiera grabar un pequeño corte de vídeo. Carmen y yo nos retrasamos, pero para adelantarlos decidimos saltar uno de los muros (no muy alto, como de 1,60 mts). Salta Carmen y todo bien. Cuando me toca saltar a mi un estruendoso ruido rompió el ritmo de las olas. Carmen voltea y me pregunta sorprendida: ¿Qué ha sido eso? Me apresuré en aclararle que no era lo que pensaba. En mi caso lo hubiese preferido, pues uno de mis dos pantalones cortos que llevaba en la mochila para el viaje de siete días se había roto por completo en la entrepierna. Y era apenas el segundo día…

Hummus hummus sapiens…

Hummus

Hay dos alimentos que podría comer cinco veces al día y no aburrirme: el yogurt y el hummus. Que Al Israel Airlines ofreciera en su vuelo este manjar era un buen presagio, lo mejor estaba por llegar a Israel cuando en cada rincón del país los platos de hummus que se me atravesaban por el medio desaparecían instantáneamente de mi vista como por arte de hambre. Inolvidable el hummus que probamos en un restaurante llamado precisamente Hummus en las entrañas del Mercado El Carmel de Tel Aviv. Si te pasas por allí lo descubrirás por el color turquesa de su marquesina y la simpatía de sus dueños dispuestos a ponerte hasta arriba de hummus.

Atardecer en Tel Aviv

Tel Aviv

En mi opinión el atractivo más interesante de Tel Aviv es Yafo, una de las ciudades más antiguas del mundo con una historia abrumadora por el que pasaron desde los antiguos egipcios hasta que pasó a formar parte de Tel Aviv para conformar la capital de lo que hoy representa el estado de Israel. Sin embargo, el momento que más disfruté fue admirar un espectacular atardecer en la playa cercana al Herods Hotel, el setentoso hotel en el que nos alojabamos. Fue definitivamente uno de los momentos en el que pude ver en cámara rápida el estilo de vida urbanita de la capital israelí. El sol estaba a punto de esconderse cuando Pedro, Joan y yo decidimos darnos un chapuzón. Me imaginaba el agua fría como la de las playas de Barcelona aún entrado el verano, pero no, al entrar el agua me arropó amablemente y le puso la guinda que le faltaba al momento.

Dormir en un antiguo hospital de Jerusalén

Mount Zion Hotel, Jerusalén.

En Jerusalén nos alojamos en el Hotel Spa Mount Zion. De entrada me pareció un lugar agradable, con unas vistas envidiables hacia la Ciudad Vieja y todos los servicios del que se puede preciar de tener un hotel 4 estrellas. Pero hubo un detalle que ellos no esconden porque forma parte de la historia del edificio, pero que no me hubiese gustado saber: antiguamente, a finales del siglo XIX, el edificio fue un hospital  para tratar enfermedades oculares, durante la Primera Guerral Mundial sus sótanos fueron convertidos en arsenales del ejercito turco y para la Guerra de la Independencia sirvió como posición defensiva israelí. Yo me tomé toda esta información de manera muy literal e imaginé que mientras dormía llegarían enfermeras a abrirme los ojos en plan La naranja mecánica o si de pronto escucharía disparos de algún enfrentamiento. La imaginación en muchas ocasiones puede ser nuestra peor enemiga.

Más allá de eso, los desayunos que ofrecen en el Mount Zion son de los mejores que he probado en hoteles de esta categoría. Seguro que Joan comparte conmigo esta afirmación y no olvida los quiches de champiñones que engullimos a las 6,30 de la mañana, pocas horas después de aterrizar en Israel.

Medianoche frente al Muro de los Lamentos

Muro de los Lamentos

Noam, el mismo chico que escribió nuestros nombres en hebreo, fue nuestro guía estrella por una noche en Jerusalén. Gracias a él pudimos descubrir una mirada muy particular de la capital israelí. A media noche nos llevó a un mirador para poder contemplar la ciudad desde un punto de vista menos turístico y más real. Al percibir nuestra curiosidad por querer saber nos llevó al Muro de los Lamentos pasada la medianoche.

Confieso que los lugares que se consideran sagrados para algunas religiones me transmite mucho respeto, pero también miedo. No suelen gustarme por la carga dramática que les otorga el hombre y que suele ser abrumadores. Esa noche, allí frente al Muro cuando recién terminaba el Sabbat, decenas de judíos ortodoxos se agolpaban sobre un coche que traía dentro a un rabino muy importante que venía a Muro para rezar el Tikun, incluída en el Aleinu, una plegaria que finaliza los servicios religiosos diarios de los judíos ortodoxos.

No podíamos dar crédito a lo que ocurría ante nuestros ojos. En cámara lenta Carmen y yo mírabamos cómo el coche se iba acercando lentamente hasta uno de los lados del Muro. Minutos después todos agolpados frente al Muro realizaban ese movimiento semi hipnótico que les permite concentrarse para realizar su oración. Agobio, angustia, perplejidad, sorpresa…no sé cuántas emociones vinieron en un instante a ese momento. Joan y Juan Carlos aún tuvieron energías para seguir la ruta por la Ciudad Vieja. Carmen y yo volvimos al hotel, ella para escribir una post que necesitaba escribir en ese momento y que recomiendo amplamente leer en su blog.

Paseo en 4×4 por el Desierto de Judea

Desierto de Judea

De todo el recorrido quizás uno de los que más me hacía ilusión era el Desierto de Judea, allí justo al lado del Mar Muerto. Y no me defraudó. Estaba programado un recorrido en 4×4 por parte del desierto y tuvimos la suerte de encontrarnos con un experimentado guía que parecía más sacado de Jamaica que de su Tel Aviv natal. Motor encendido y reaggee a todo volumen la aventura por el Desierto de Judea terminó siendo uno de los momentos favoritos del viaje de todo el grupo.

Flotar en el Mar Muerto

Foto de @joanplanas

Es un clásico cuando se visita el Mar Muerto, pero nunca es igual que te lo cuenten a vivirlo en carne propia. Estar a 420 metros bajo el nivel del mar definitivamente se siente en el cuerpo, pero aún más cuando pruebas la sensación de flotar en este mar cuya concentración de sal hace que nuestro cuerpo salga siempre a flote. Nos faltó la típica foto leyendo una revista, pero el momento sirvió para hacer la introducción del vídeo que pronto publicará Pedro y Joan en Minube.com sobre este gran recorrido por Israel.

Mis compañeros de viaje

Pedro, Joan, Juan Carlos y Carmen...mis compañeros de ruta.

Este viaje fue realmente un premio que me gané en la pasada edición de Fitur en un encuentro de blogueros realizado en el stand de la Oficina de Turismo de Israel. Por temas de trabajo tuve que cambiar a última hora la fecha de mi viaje, con lo cual también cambió el grupo con el que viajaba. Cuando recibo el mail de Dolores para comunicarme que lo haría con los chicos de Minube.com y sus increíbles #Minubetrips, sabía que el buen rollo estaba garantizado. Y no me equivoqué. Siempre he dicho que la experiencia de un viaje tiene que ver mucho con quien lo hagas y en este caso no pudo haber mejor compañía que las ocurrencias de Pedro, la sensibilidad de Carmen, las locuras de Joan y el blackberry con conexión 3G internacional de Juan Carlos 😉

Mercado del Carmel en Tel Aviv, ejemplo de convivencia


Muy cerca de Yafo, el puerto antiguo de Tel Aviv, se encuentra el Mercado del Carmel. Un ejemplo de convivencia entre personas que predican creencias tan distinta como la judía y musulmana.

En este mercado, muy parecido a los típicos zocos de Marruecos o cualquier país árabe, cada vendedor ofrece sus productos de manera distinta. Los judíos colocan el precio en los productos para que la gente se acerque y así poder negociar. En cambio, los árabes gritan los productos que ofrecen y sus precios para negociar cómo sólo ellos lo saben hacer.

Especies, frutas, gominolas,vegetales,comestibles o souvenirs son algunos de los productos que podríamos comprar tanto a judíos como a musulmanes por igual. La clave está en saber regatear y negociar un buen precio y disfrutar de una atmósfera no precisamente relajada, pero sí de buen rollo y en el que las creencias quedan aparcadas detrás de cajas de frutas o ¿por qué no? en un buen plato de humus en el restaurante «Humus» en medio del bullicio del mercado.

La revolución del amor en Tel Aviv


¡Paz y amor!
Aquella frase célebre del movimiento de los hippies de los años 60 se reinventa entre la juventud telavivense de hoy en día. Este símbolo representa ese movimiento que invade las calles de la capital israelí. A simple vista evidentemente no sabes lo que significa, pero es cierto que sin entenderlo ya genera un buen rollito mientras descubres sobre todo el barrio de Yafo al sur de Tel Aviv.

Gastronomía libanesa en Israel


Por su reciente pasado, Israel es un crisol del culturas que se mezclan entre sí y uno de los elementos representativos más beneficiados ha sido la gastronomía.

Unas mil familias de libaneses cristianos refugiados  habitan el poblado de Shlomi, a unos muy pocos kilómetros de la frontera entre Líbano e Israel. Decidieron quedarse después de la retirada de Israel de territorio libanes después de la Segunda Guerra del Líbano en 2006. Con ello han traido toda su increible, abundante y exótica gastronomía: tabule, hummus, garbanzos en todas sus formas, ensaladas con brotes frescos de la región o cordero con arroz aderezado con picantes muy suaves y limón.

Un aspecto entrañable del restaurante es la atención por parte de miembros de la familia que se preocupan constantemente por saber si estás disfrutando de la comida o realmente te hace falta algo más.

La ciudad de los tres césares

Aproximadamente en el año 22 a.C.,el Rey Herodes construyó el puerto de Cesarea en honor a los tres césares: Julio César, César Augusto y Tiberius. En éste se encontraba también el Palacio de Herodes que fue construido literalmente en el mar.

Hoy en día es muy poco lo que queda de esa impresionante construccion romana, destruída básicamente por fuertes terremotos ocurridos en la region. De lo que queda, los israelíes han logrado reconstruir una parte y el resto de las ruinas permanecen allí, frente al mar. Caminar y descubrir el lugar podría ser la acción más cercana a la recreación imaginaria de algún pasaje bíblico.

Shalom Israel!


Aeropuerto Internacional de Tel Aviv. Cuatro y media de la mañana.Nunca antes había vivido, a excepción quizás de Nueva York o Amsterdam, un ambiente tan cosmopolita a altas horas de la madrugada como en este lugar.

La plaza central del aeropuerto, repleta de tiendas, restaurantes y cientas de conversaciones en hebreo, árabe, inglés, español o alemán que se entremezclan; hacen alarde de su caracter moderno sn olvidar la cultura eterna y milenaria de esta región.

En la sala de llegadas los rostros y los vuelos provenientes de todos los rincones del mundo confirman esa percepción.

El viaje apenas ha comenzado…mientras tenga accesso a Internet intentaré compartir contigo pequeñas pastillas de este gran recorrido 🙂

Shalom Israel!