Lisboa ya no es la misma, graças a Deus


Guest Post escrito por Flavio Bastos

Desde que comencé a escribir esta guía sobre Lisboa que decidí llamar lisboando.com, he revisado no menos de una docenas de guías turísticas de la ciudad. Y siempre llego a la misma conclusión: estos señores no saben nada.

La mayoría de las guías sobre Lisboa hablan siempre de lo mismo. “Lisboa es una ciudad ____________” Y en el  espacio en blanco casi siempre ponen un adjetivo sinónimo de la “saudade”. Para los que no saben, la “saudade” es un término portugués que no tiene traducción pero que muchos se empeñan en llamar -en castellano- “una mezcla de tristeza, nostalgia y melancolía”. La verdad, ni la saudade es eso ni Lisboa es nada que tenga que ver no con tristezas ni nada por el estilo, sino todo lo contrario.


El hecho de ser Lisboa una ciudad que se está levantando, muy poco a poco de sus cenizas, le da más bien un aire de Fénix. Una ciudad que poco a poco se está convirtiendo en un espacio vibrante, con miles de iniciativas de todo tipo, desde el negocio nocturno y del ocio, pasando por el entretenimiento infantil y sin dejar de hablar de otras industrias como la textil o inmobiliaria, la capital lusa se está luciendo. Y ha recibido a lo largo de los últimos años no sólo apoyos gubernamentales, sino privados e institucionales para mover las piezas necesarias y convertir a esta ciudad, en una capital digna del Siglo XXI.

Mientras ésto sucede, hay que tomar ventaja. Ésta ciudad, que surge entre las cenizas nos da a quienes aquí vivimos, la oportunidad de saborear momentos de lujo, a precios irrisorios. Y es que aunque por los momentos es un secreto, en Lisboa se puede vivir como un REY por mucho, pero muchísimo menos dinero de lo que se puede hacer en cualquier aldea europea -ni hablar de otras capitales-. Pero no se trata sólo de gastar mucho menos: Lisboa dá mucha calidad por lo que se paga.


Y no sólo es lo que se paga, sino que las oportunidades que nos brinda la capital lusa van más allá de lo común, mientras podemos ver a diversos mundos conviviendo en uno solo.

No es mi intención deciros en mi guía de Lisboa cuáles son esos privilegios donde me regodeo en el placer de un café bien servido por baristas expertos con vista al estuario del río Tajo por 1€; de una sachertarte vienesa en el corazón de Chiado por 3€; o de un Vinho Verde con una Tosta Mística de Salmón con vista al mar para mitigar la resaca un domingo cualquiera por menoos de 7€, puede que les suelte algunas perlas como restaurantes chinos clandestinos, el local underground más apetecible de los últimos tiempos, dónde hacer deportes raros como Bike Polo, o el sauna gay que está dando la hora.

Para todo lo demás, siempre habrá algun barra abierta o algún mirador con vista al mar.


Flavio Bastos es el editor de Lisboando.com. Una web que sirve como una guía de lisboa a aquellos interesados en conocer una Lisboa diferente a la de los turistas clásicos. Con tips sobre dónde comer, a dónde ir de marcha, y lugares imprescindibles que ver, la página también ofrece servicio de reservas de restaurantes, hoteles, hostales, apartamentos turísticos y tours en la ciudad y alrededores.

Escapada a Lisboa

Lisboa siempre maravilla, incluso si no las has visitado, la sola mención de esa ciudad abre la puerta de la curiosidad y un toque mágico se apodera del aire. Si dispones de 48 horas para escaparte y disfrutarla de principio a fin no lo dudes.

Si tienes solo dos días, ¿por dónde comenzarías el recorrido? El punto de partida puede bien ser el centro. Ir al famoso bar A Brasileira, tomarse un café y un pastelito de nata y después recorrer el centro poco a poco para irlo descubriendo en todo su esplendor. Las mínimas callecitas empedradas y las paredes decoradas con azulejos, le dan un toque ultra nostálgico a la ciudad y nos hacen llegar de cualquier forma a la Plaza de Comercio, donde puedes tomar el tranvía y llegar hasta el Monasterio de los Jerónimos. Esa zona se conoce como Belén y guarda, como casi toda Lisboa, monumentos increíbles de una belleza espectacular, como es el caso de la Torre de Belém.

El regreso al centro puedes hacerlo en el mismo tranvía y al llegar, puedes ir directo a la calle Garrett, que está repleta de restaurantes y bares. Después del almuerzo, puedes subir por el Elevador de Santa Justa y deleitarte con la vista que ofrece de toda la ciudad y del río que lánguido y tranquilo viaja con Lisboa, a su mismo ritmo melancólico.

La noche lisboeta es animada y diferente. La oferta de restaurantes es variada, pero no debes irte sin probar las distintas variedades de platos preparados con bacalao, especialmente el bacalao con crema, que es una auténtica delicia.

El día siguiente de la visita, puedes incluir al Alfama, barrio emblemático de la ciudad. Después es necesario ir al Castillo de San Jorge, desde donde se divisa la ciudad. Lisboa también cuenta con varios miradores desde los cuales puedes apreciar la belleza la ciudad y disfrutar de un maravilloso atardecer que deje en paz el alma.

Sabemos que 48 horas son pocas para conocer la capital portuguesa, pero bien vale la pena darse una escapada, así sea pequeña para visitarla, conocerla, recorrerla y vivirla. Lisboa es un encanto de ciudad y quien la visita no duda en aseverarlo 🙂

Lisboa menina e moça

Estar en la capital lusitana es adentrarse instantáneamente en sus callecitas empedradas, en sus miles de vericuetos que nos abren paso a sus secretos.  Hacer el recorrido a pie empieza en la emblemática Plaza de los Restauradores hasta llegar a la hermosa estación de trenes de Rossio, cuya placita es la entrada a la zona de la Baixa. Al llegar ahí, hay que seguir sin prisas hasta la Rua Augusta y tomar el elevador de Santa Justa, una parada obligada, porque desde ahí, se puede divisar la ciudad entera. Esa misma zona incluye la Plaza de Comercio y su estatua ecuestre verde que señala el camino al río; una vez hecho esto, hay que desandar el camino andado y buscar la parada del tranvía 28 para llegar al Castillo de San Jorge. Este mini recorrido incluye también la Sé Catedral, imponente y misteriosa, como muchas otros íconos lisboetas, y montones de casitas, con sus ropas tendidas al viento, cuando el clima es benévolo y normalmente lo es, incluso durante el invierno.

Una vez en el Castillo, hay que vagar con el viento y asombrarse de la magnífica vista que ofrece. Un verdadero espectáculo. Una vez que estemos saciados del Castillo, deberemos llegar hasta el pintoresco barrio de Alfama y pasearlo, una y mil veces, porque siempre es diferente, aunque sea el mismo.

Los pasos deben llevarnos de vuelta a nuestro punto de partida para recorrer el Chiado y parar en el muy conocido bar A Brasileira para después tomarse la consabida foto con la estatua de Pessoa. Desde la Plaza de Camoes, a unos metros del café, podemos recorrer el Barrio Alto, pero es mejor hacerlo de noche, que es cuando se despierta y se llena de vida con sus bares y atracciones. Ahí es donde habita la Lisboa nocturna, divertida, cosmopolita y desprovista de su natural nostalgia.

Conocer la parte moderna de la ciudad debe hacerse por el Parque de las Naciones. Se llega en metro (aunque hay buses que llegan, es indispensable hacerlo subterráneamente para no perderse la estación Oriente, obra del arquitecto Calatrava). Un vasto paisaje que incluye buenos restaurantes, el Pabellón Atlántico, el Acuario y edificios interesantes, desde el punto de vista arquitectónico. Aunque esta zona no tenga el mágico poderío del centro y sus alrededores, no deja de tener también un encanto particular, ya que se encuentra muy bien conservada.

Visitar Lisboa es hacer un viaje mágico que no deja de maravillar. La capital lusa es una mezcla increíble de elegancia y nostalgia y todo el que la visite por primera vez sentirá lo mismo que el que la ha visitado varias veces: encantamiento.

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Lisboa vista desde el Castelo de Sao Jorge

Lisboa desde el Castelo de Sao Jorge

Lisboa desde el Castelo de Sao Jorge

Lisboa está conformada por siete colinas, en la más alta se encuentra el famoso Castelo de Sao Jorge. Un imponente fortificación construida en el siglo XI y XII, época en la que Lisboa era una importante ciudad portuaria musulmana. En este lugar no sólo abudan los testimonios de fenicios, romanos y musulmanes, sino también una de las vistas más espectaculares de la capital portuguesa.

El Castelo de Sao Jorge es una visita obligada si quieres tener una visión panorámica de la ciudad. Y si es por el atardecer, pues muchísimo mejor porque permite apreciar los cálidos colores que se entremezclan para hacer del atardecer uno de los más espectaculares de Europa.

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Lisboa, siempre Lisboa…

Pasteís de Belem

Pasteís de Belem

Es la sexta vez que visito Lisboa y cada vez que vengo no me queda duda de que es una de mis ciudades favoritas. Muchos son los elementos que hacen de este lugar un sitio con un encanto especial. La discreta pero perenne sonrisa de sus habitantes, sus malvas atardeceres, la tranquilidad de sus calles y una sensación única de que el tiempo se detuvo.

Lisboa es una ciudad para «estar». Si se visita con poco tiempo te recomiendo que no intentes conocerla toda, sino más bien disfrutar de lo poco que conozcas. Tarde o temprano volverás. No es una ciudad obstentosa como París ni cosmopolita como Londres, es un rincón europeo lleno de detalles por descubrir.

Alguno de esos detalles, uno más conocido que otro, son los famosos «Pasteís de Belem», a un paso de la Torre de Belem y el Monasterio de San Jerónimo. Allí degustarás el postre más famoso de Portugal a nivel mundial. Por otro lado, es un deber visitar Barrio Alto y conocer cómo canta el Fado sus propios habitantes. Esto es en la Tasca do Chico, en la Rua Diario das Noticias. Se trata de un minúsculo bar en el que si tienes suerte encuentras un lugar y sino, siempre puedes hacerte con un espacio en una mesa con extraños que al final de la velada terminarán siendo tus amigos.

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Paseos a ciegas por Lisboa

Al momento de viajar los límites para experimentar se disipan y precisamente a eso le ha sabido sacar provecho el estudio creativo portugués Cabracega, quienes proponen un recorrido a ciegas por el barrio de Alfama de Lisboa con los ojos vendados y guíados por un invidente de la Asociación de Ciegos de Portugal.

«Imagina redescubrir el barrio de Alfama con los ojos vendados: sus empinadas cuestas, el olor de las sardinas en la brasa, el sonido de un fado que se escucha a lo lejos y otras tantas aventuras sensoriales…», de esta manera explican la idea del paseo en el que un guía invidente nos conduce a partir de sus referencias sensoriales.

El objetivo del recorrido tiene dos objetivos fundamentales: proporcionar una experiencia sensorial que nos enseñe a tener un nuevo conocimiento del espacio a través del estímulo de los sentidos del olfato, tacto, gusto y audición, por otro lado, nos permite sensibilizarnos sobre el mundo de la ceguera desde un punto de vista positivo y estimulante en el que un ciego nos invita a entrar a su mundo de códigos y referencias.

Los paseos se realizan los últimos sabados de cada mes con reserva previa, son un máximo de 10 personas, dura una hora y media y cuesta 20 euros. Es organizado conjuntamente con la empresa Lisbon Walker.

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