He visitado Londres en cuatro oportunidades y apenas siento que conozco el diez por ciento. No sólo sus grandes dimensiones, sino también su vida nocturna, cultural y social hacen que sea una ciudad inabarcable.
La primera vez que la visité tuve la oportunidad de contar con un guía excepcional: Julio, uno de mis mejores amigos. Él llevaba más de cinco años viviendo en Londres, pero con una intensidad tal que se conocía cada recoveco de ese enjambre urbano. Gracias a él descubrí una ciudad que a simple vista me pareció distante, complicada y difícil de entender.
Posteriormente estuve en varias ocasiones y poco a poco fui entendiendo que Londres es una ciudad que siempre te mostrará una cara diferente, una ciudad camaleónica que encierra su encanto incluso en su particular clima: una eterna cortina de lluvia que a ratos se ve interrumpida por el sol.
Aunque suene a lugar común, uno de mis recorridos favoritos es el que va desde El Parlamento, donde está el famoso reloj Big Ben, y que llega hasta el Tate Modern. Para los primerizos de Londres es un recorrido que fácilmente puede mostrar parte de la esencia de la ciudad. Su dinamismo, tamaño, carácter de ciudad cultural, pero sobre todo para disfrutarla al 100%.
El recorrido parte de la famosa Abadía de Westminster, escenario de coronaciones y entierros reales que encierra grandes páginas de la historia de Inglaterra. Lo mejor es visitarla muy temprano para evitar las típicas conglomeraciones de visitantes.
Por la calle Parliament Square se llega hasta el famoso Westminster Bridge, el puente desde el cual seguro que salen muchas de las fotografías de cualquier álbum de un viaje a Londres. Pues es justo donde está el mejor ángulo para sacar la foto de El Parlamento británico (Palacio de Westminster) y por supuesto su torre del reloj, comúnmente conocido como el Big Ben, uno de los iconos más representativos de la ciudad.
Desde el punto central de ese puente se puede tener una perspectiva muy interesante de la ciudad. Eso sí, si hay mucho tráfico y mucha gente puede ser complicado detenerse para sacar una foto o simplemente admirar el paisaje. Igual lo recomendable es hacerlo en un atardecer no lluvioso, para apreciar la luz sobre el río Támesis.
Al pasar el puente a la derecha comienza el paseo que bordea el río, llamado South Bank. Justo al principio te encontrarás con atracciones turísticas de interés para diferentes públicos. Empezando por el London Film Museum que no llegué a conocerlo, pero las críticas no son las mejores. Es una tarea que tengo pendiente, difícilmente supere al de Berlín. Luego está el acuario de Londres, donde se filmó aquella inolvidable escena que narraba una cita a ciegas entre Julia Roberts y Clive Owen en la película Closer.
En el centro de este recorrido está el London Eye, que con sus 135 metros de altura se convirtió en el año 2000 en la noria más grande del mundo. Londres necesitaba un icono aéreo como París y su Torre Eiffel, y parece que lo lograron con esta impresionante estructura que fue construida para celebrar la llegada del milenio. En principio estaría hasta el año 2005, pero ha sido tan popular entre londinenses y visitantes que todo parece indicar que ocurrirá como con la Torre Eiffel…London Eye forever!
Si es la primera vez que visitas Londres, no puedes perderte subir a esta noria. Eso sí, hazlo siempre en un día soleado, pues te permitirá contemplar en 30 minutos unas impresionantes vistas aéreas de toda la ciudad.
Al bajar, un picnic sin muchas pretensiones en el Jubilee Garden, justo frente al London Eye. Es la excusa perfecta para descansar, coger energías para seguir con el recorrido por el South Bank que, a pesar de la casi perenne lluvia londinense siempre regala momentos inolvidables: teatro y música callejera o en el South Bank Centre, donde 364 días al año – tal como lo dice su Web – ofrece festivales gratuitos de música, y disfrutar de beber una copa en sus cafés y restaurantes que poseen.
Unos metros más adelante más cultura gratuita en el National Theather, que cuentan con tres teatros: The Olivier, Lyttelton y Cottesloe y cada día presentan tres tipos de espectáculos diferentes, pero previo a cada uno de éstos hay música gratis en el vestíbulo principal.
Pasado el National Theather, el plato fuerte se acerca, al menos para mí. Del lado izquierdo y separado por el río Támesis la impresionante Catedral de Sant Paul, en el fondo es moderno Millenium Bridge y a la derecha el Tate Modern. Una de mis postales favoritas de Londres…
La guinda: un café con leche en el bar ubicado en la última planta del Tate Modern con vistas al South Bank, al Támesis, a la Catedral de Sant Paul, al Parlamento…el momento perfecto para deshacer el camino recién andado.
Y de pronto…empieza a sonar Waterloo Sunset de The Kinks, el soundtrack perfecto para decir: Goodbye London!
Fotografias: Ricardo Ramírez – El Arquitecto viajero
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Para la elaboración de este post y algunos más sobre Londres que escribiremos en las próximas semanas contamos con el inestimable apoyo y patrocinio de TravelLodge. Gracias chicos por darnos cobijo en el Waterloo TravelLodge.
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